Los derechos sociales y la cleptocracia cubana
- Julio M. Shiling
- Category: Columnistas invitados / Guest columnists
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Los derechos sociales forman parte de la familia de derechos humanos de segunda generación. Son adquiridos, no inherentes ni preeminentes. Los derechos civiles y políticos constituyen el grupo de primera generación y están más en consonancia con el derecho natural, sobre todo cuando se tienen en cuenta las nociones de gobierno consensuado. Los regímenes no democráticos han pontificado sistemáticamente sobre los derechos sociales como base de su legitimidad. Tales afirmaciones, por supuesto, dependen de unos resultados socioeconómicos impresionantes. ¿Qué ocurre cuando la opresión y la escasez de libertades no pueden excusarse con supuestos “avances” sociales? El VI Informe 2023 del Estado de los Derechos Sociales en Cuba (Informe), emitido por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), aporta datos importantes a la cuestión de estos derechos. Esto es fundamental si se tiene en cuenta que las dictaduras los han utilizado durante mucho tiempo para impulsar prerrogativas de legitimación. El régimen cubano ha usado metódicamente este discurso.
La investigación para el estudio se llevó a cabo en 75 municipios de todas las provincias de Cuba y consistió en 1.354 entrevistas personales. La información confirmada en el trabajo del OCDH cita un deterioro de las condiciones básicas en todas las áreas que inciden en la vida en Cuba. Las cosas han ido de mal en peor. El Informe nos deja entender que aquellos a los que les va mejor disfrutan de una mayor influencia sobre el régimen, a juzgar por sus ingresos. Las remesas, una forma de subvenciones externas procedentes de familiares fuera del país, también son un factor determinante. Así, el éxodo de la juventud cubana es la industria de mayor crecimiento de la isla.
El argumento de que lo que se necesita es una mayor transferencia de capital para estimular el sector no estatal (llamarlo “privado” es falso) y fomentar una generación “emprendedora” vuelve a hacer mucho ruido estos días. Por lo visto, 45 años de liberalización económica de ida y vuelta, al estilo castrocomunista, no bastan para convencer a los intransigentes empeñados en que los estadounidenses inviertan en el capitalismo estatal y concesional cubano. La historia ha pasado desapercibida para algunos.
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