Orígenes, evolución y trascendencia de los Derechos Humanos

En ocasión del 80º Aniversario de la
Declaración Universal de Derechos Humanos:

No cabe duda que el deseo prácticamente instintivo de vivir en un mundo más justo, más libre y más solidario  ha sido una aspiración común desde que existe el ser humano.

“Ningún hombre es una isla”, dijo John Donne (1572-1631) en un poema, destacando la verdad subyacente de la persona humana en sociedad.  El tema de los derechos humanos implica una visión antropológica que determina y delimita el horizonte interpretativo, que se ve obligado a enfocar a la persona humana como centro y motor de la sociedad.  El ser humano necesita vivir en sociedad para subsistir. Así reconocemos que incluso cuando la neurociencia analiza el misterio de la existencia en la mente humana, llega a la conclusión que el hombre encuentra su espacio vital dentro de las relaciones interpersonales y sociales. Este "ser-en-relación" no termina con los que nos rodean. Está abierto a la trascendencia. Debido a esta apertura, todo el mundo reconoce a otros que tienen la misma dignidad. Por tanto, la centralidad de la persona no se sumerge en el individualismo sino que aspira a unas relaciones armoniosas que apuntan al bien común, pero tampoco se somete al comunismo que lo destruye como persona con el pretexto de que la búsqueda del bien común justifica los medios, cualesquiera que sea necesario aplicar.

Esa realidad de la persona humana y su dignidad intrínseca, con primacía sobre la sociedad que lo rodea, pero en una íntima simbiosis de colaboración que le permita una existencia armoniosa, es el origen de los derechos humanos en el curso de la historia como elemento jurídico y concreto del derecho natural. 

El derecho natural es un ordenamiento de la conciencia humana que nos permite interpretar lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, la necesidad, en resumen, de obedecer a ciertos principios para poder vivir armoniosamente en sociedad. El derecho natural es la base fundamental para la elaboración e interpretación de las normas jurídicas del Derecho positivo porque derivan de la propia naturaleza y de la razón humana.

Por eso vemos a través de la historia los episodios que van forjando un código moral de derechos humanos, como resultado del reconocimiento del derecho natural y su consecuente respeto a la dignidad de la persona humana. 

El Código Hammurabi (alrededor del 1750 a.C) es considerado como uno de los primeros intentos legislativos del ser humano para fomentar el bienestar y la armonía, identificando los derechos y obligaciones de la población. Su reproducción en piedra está visible en uno de los pasillos de las Naciones Unidas. Siglos después destaca la Ley proclamada por Moisés (alrededor del 1250 a.C), que incluye los Diez Mandamientos (Decálogo), que entre otras normas exigen el respeto a los derechos a la vida, la propiedad y la familia. Esta Ley se ha visto plasmada desde entonces en los libros sagrados de judíos, cristianos y musulmanes (debe reconocerse que a principios del siglo VII, cuando Mahoma empieza a divulgar el Islam, desarrolla en su nueva doctrina un proceso de humanización de las costumbres de las sociedades del Norte de África. Insistió en la igualdad de los seres humanos proclamada por el Cristianismo, del que tomó muchos elementos doctrinarios).

Cuando Ciro el Grande conquistó a Babilonia en 539 a.C. encontramos el primer indicio más reconocible como fundamento jurídico de esta tendencia civilizadora. Dio libertad a los esclavos, estableció la igualdad racial y declaró que todos tenían derecho a escoger su propia religión. Este notable acontecimiento histórico quedó registrado en un cilindro tallado con escritura cuneiforme que hoy día se reconoce como la primera Carta de derechos humanos, la cual ha sido traducida por Naciones Unidas a sus seis idiomas oficiales. Este acontecimiento redundó en la libertad de los judíos que emigraron entonces de regreso a la tierra de sus antepasados, donde fundaron la ciudad de Jerusalén como su capital. De esta forma abrió las puertas a un proceso que ha evolucionado a través de los siglos hasta desembocar en la civilización judeocristiana que se ha convertido desde el siglo XX en paradigma mundial.

Este reconocimiento embrionario de la dignidad humana en los albores de la historia se esparció hacia Grecia y posteriormente a Roma, permitiendo el estallido de la democracia y la creación de la república.  Y es precisamente la República Romana donde por primera vez se identifica la idea del derecho natural como base del Derecho Romano, concebido como un conjunto de ideas racionales derivadas de la naturaleza de las cosas.

Lamentablemente, la transformación de la República en Imperio (Romano) pareció capaz de ahogar esta tendencia civilizadora debido a la creciente impunidad caprichosa de los emperadores, pero en medio de ese aparente deterioro tuvo lugar un acontecimiento trascendental que reorientó la historia por los cauces de la confraternidad humana. Un judío llamado Jesús predicó una inusitada doctrina de amor que no tenía límites, ni siquiera para extenderla con ejemplar determinación a nuestros enemigos. Bajo este tema central, su doctrina abarcó la tolerancia, la comprensión, la humildad y toda una serie de virtudes que se convierten en pilares de la fraternidad humana.  Con esa doctrina, sus discípulos enfrentaron pacíficamente al Imperio Romano y tras su derrumbe amansaron la crueldad de los bárbaros, mientras su prédica de hermandad humana se extendía por todo el planeta.

Las imperfecciones humanas de los cristianos fueron también visibles a través de los siglos posteriores, con muchos episodios repletos de crueldades e intransigencia, pero la doctrina que brinda a la persona humana una dignidad intrínseca, innata e inherente, como centro de los derechos que las instituciones humanas no tienen potestad para violar, no sólo se mantuvo firme sino que se fue codificando y evolucionando a cada vez más importantes expresiones jurídicas hasta nuestros días.

Así vemos como Sto. Tomás de Aquino llama en su Summa Theologiae (1265-1274) "derechos naturales" a lo que hoy llamamos derechos humanos, postulando que la naturaleza humana es base de sujeto de derechos y afirmando que los derechos en sentido propio son únicos de las personas. Todos los derechos humanos del individuo que se han reconocido y regulado a través de la historia, fueron analizados, enseñados y difundidos por Sto. Tomás. Si revisamos todas las declaraciones internacionales y nacionales y las cotejamos con su obra, podemos comprobarlo.

Esta magna obra fue precedida por otro documento trascendental, la Carta Magna (1215). Este fue un verdadero hito de la historia que corresponde a lo que posteriormente se identificó como "pactismo", que  parte de la libertad como principio conformador de toda comunidad política y de las relaciones que ésta mantenga con cualesquiera otras. Hace del diálogo, el debate, la negociación y el pacto los instrumentos que permiten avanzar en el desarrollo político con armonía y paz. El pactismo se desarrolló dentro del orden de la Cristiandad, encuadrado en el ámbito de la ley divina y natural, en el derecho –como arte de lo justo– que dimana de un legere de la naturaleza.   US Bill of Rights

En siglos posteriores se suceden otros instrumentos trascendentales y mejor conocidos que consolidan cada vez más los derechos humanos como cuerpo jurídico: la Petición [o Declaración]de Derechos (1689), la Declaración de Independencia de Estados Unidos (ratificada en 1788 y proclamada en 1789) la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), la Declaración de Derechos de Estados Unidos (1791), hasta nuestros días, con la creación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que emite desde 1919 una serie de documentos reconociendo los derechos de los trabajadores y se integra como organismo especializado a las Naciones Unidas en 1945.

Todos esos instrumentos se convierten en una herramienta planetaria reconocida por todos los gobiernos del mundo con la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada en 1948, a la vanguardia de toda una Carta Internacional de Derechos Humanos, que en años posteriores incorpora también el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, con sus respectivos Protocolos Facultativos.  Alrededor de estos hay todo un tejido de Cartas, Convenciones y Pactos internacionales y regionales que reafirman bajo diversas perspectivas los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos por las Naciones Unidas.

Los derechos humanos abarcan una idea trascendental cuyo tiempo ha llegado. Son una firme llamada a la libertad y la justicia en todo el mundo, sin excepciones ni distinciones. Todos los gobiernos que aún violan los derechos de sus ciudadanos se ven desafiados y conminados a cumplir con su deber. Cada día muchísimas personas en todo el mundo se movilizan para  hacer frente a la injusticia y la inhumanidad, proclamando una gesta civilizadora. Como gotas de agua cayendo sobre una roca, estas herramientas sirven para desgastar las fuerzas de opresión y mover al mundo hacia la realización de los principios y normas reconocidos y proclamados por toda la humanidad.  

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